La veleta era eso que solemos llamar
abúlica, condición que, de haberla conocido, seguramente la habría hecho interesante a los ojos del pepino.
Hans Christian Andersen
Edificios carcomidos de la inmoralidad Y escribir extensos delirios líricos, en este tiempo donde el minipoemismo se considera a veces genial (no obstante que refleja la fragmentación abúlica del yo que no ve más allá de la pequeñez o que no quiere ver algo mayor), resulta motivante para quienes deseamos navegar por el océano extenso y profundo de los variados temples de ánimo: el tormentoso, el rebelde, el apacible, el contemplativo, el humilde, el pasional, el tierno, que un gran poema o poemario nos hace descubrir, indagar, sentir y vivenciar.