Probó la llave de oro en la cerradura, y vio con alegría que ajustaba bien. Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasadizo, no más ancho que una ratonera.
-exclamaron todos. En esto se
abrió la puerta y entró la criada. Todos se quedaron quietos, nadie se movió; pero ni un puchero dudaba de sus habilidades y de su distinción.
Hans Christian Andersen
Olas enormes negras y densas, se encabritaban, levantaban el barco hasta las nubes y lo lanzaban en todas direcciones; se quebró el palo mayor, un golpe de mar
abrió una vía de agua, y las bombas resultaban inútiles.
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“Si”, respondió el Abuelo. Entonces abrió; después hubo de nuevo obscuridad; cuatro veces el Abuelo abrió. “He aquí que se abre el Opossum”.
Mientras Estábamos en ella empeñados, un fuerte disparo, como de una pistola, se oyó inmediatamente debajo de las ventanas del edificio, y fue seguido por una serie de gritos de terror, y exclamaciones de una multitud asustada. D se lanzó a una de las ventanas, la abrió y miró hacia la calle.
El CMCT OMS se abrió a la firma del 16 al 22 de junio de 2003 en Ginebra, y posteriormente, del 30 de junio de 2003 al 29 de junio de 2004, en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el Depositario del tratado.
Se besaron, y la muchacha, llorando, le dio una rosa después de haber estampado en ella un beso tan intenso y sentido que la flor se
abrió.
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Y depositaron la semilla en un tiesto, trabajando los dos con gran entusiasmo. El niño
abrió un hoyo en la tierra con el dedo, la chiquilla depositó en él la semilla, y los dos la cubrieron con tierra.
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El viejo
abrió su libro de cánticos, y allí estaba la flor de saúco, fresca y lozana como si acabase de cogerla; y el Recuerdo hizo un gesto de aprobación, y los dos ancianos.
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Se metió en el bolsillo la más grande de las varas recibidas de la vieja de la pierna rota,
abrió la ventana, y, echando a volar por encima de la ciudad, se dirigió al palacio; allí se posó en un rincón, bajo la ventana del aposento de la princesa.
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Pensando que sería un pollito allí encerrado,
abrió la puerta y se encontró ante la hijita del general, vestida de gasas y encajes.
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¡Llamas y llamas! Jorge
abrió la puerta de la habitación de la niña. La cortina de la ventana estaba casi completamente quemada, y el barrote ardía.
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