El especial interés de las mujeres, como clase, en la reforma de los modales de los hombres--porque las mujeres como norma no bebían alcohol--consistía en el cálculo de que si los hombres bebiesen menos, sería menos probable que abusasen de ellas, y facilitaría espléndidamente su sustento; es decir, sus más altas aspiraciones estaban limitadas a la esperanza de que, mediante la reforma moral de sus amos, pudiesen asegurar un tratamiento algo mejor para ellas mismas.