Mercedes le arreglaba a ésta una canastica de flores; Máximo, que había estado
bobeando con la niña toda la mañana, entró en juicio, repantigóse en una mecedora, levantó la cabeza hacia el cielo del corredor como si contase los portaletes, y dando golpecitos con los dedos en los brazos de la silla, a guisa de acompañamiento, se puso a silbar el Dúo de los paraguas.
Tomás Carrasquilla
Volvió a los siete días, arreando, como en triunfo, toda su hacienda recuperada, y trayendo a los conocidos noticias ciertas de sus animales, en peligro de perderse, a diez leguas de la querencia, mientras que los amos y los capataces, con pretexto de campear, se quedaban tomando mate y bobeando en todos los ranchos de la vecindad.