Utilizado casi exclusivamente en las bandas y con poca frecuencia. Carece de tudel, y por tanto la boquilla se incrusta directamente en el cuerpo del instrumento.
Los primeros instrumentos informales fueron relativamente simples, como el gom-horn (hecho con una manguera, un embudo y una boquilla de trompeta) y algunos de ellos nacieron como parodia de los instrumentos estándar.
Por esa razón pertenece a la familia de instrumentos musicales de viento-madera ya que, aunque el instrumento sea de metal, la caña que produce el sonido, es de madera. Contiene 25 llaves y una boquilla en la cual se coloca una caña sostenida por la abrazadera (normalmente) de metal.
El sonido se produce gracias a la vibración de los labios del intérprete en la parte denominada boquilla a partir de la columna del aire (flujo del aire).
¡Pues no monda cristales la garganta! porque tiene la tal de bienes tales hasta tente garganta de cristales; mas, al contrario, su boquilla es poca...
En el mismo año, Knowles apareció en carteles y periódicos en los Estados Unidos mostrando su celebración de una boquilla anticuada.
Fumaba despaciosamente una larga pipa turca de cazoleta de arcilla y
boquilla de ámbar, mientras que frente a él, de pie, revestido de una pobre chilaba, trajinaba un vendedor de alfombras, de ancha barba de verdugo y nariz más corva que un alfanje.
Roberto Arlt
Vestía un largo guardapolvos negro, llevaba el sombrero de paja encasquetado hasta los ojos y permanecía inmóvil, con los brazos cruzados sobre el pecho. Unos rizos negros y ralos le caían casi hasta la nariz; los labios finos apretaban la boquilla de una pipa corta.
Este consistía en una pipa que yo había fabricado con un trozo de caña, por depósito; una varilla de cortina, por
boquilla; y por cemento, masilla de un vidrio recién colocado.
Horacio Quiroga
El cabaret se alegraba solo con su presencia. Fumaba en
boquilla larga unos cigarrillos de punta dorada, con iniciales rojas entrelazadas sobre el finísimo papel de arroz.
Alfredo Mario Ferreiro
El humo de aquel tabaco humedecido, seco, vuelto a humedecer y resecar infinitas veces, tenía en aquel momento un gusto a cumbarí, solución Coirre y sulfato de soda, mucho más ventajoso que la primera vez. Emprendí, sin embargo, la tarea que sabía dura, con el ceño contraído y los dientes crispados sobre la
boquilla.
Horacio Quiroga
Bebió el resto de un sorbo. Puso la
boquilla entre los labios, lanzó una sonrisa hacia abajo y volvió a decirme: —Yo me alarmé un poco.
Alfredo Mario Ferreiro