Turkey resplandecía como una marmita de bronce; tenía empapada la calva; tamborileaba con las manos sobre sus papeles borroneados.
Sin mayor trabajo, llenan éstos los trámites exigidos por la ley, amparados por amistades de alquiler, y, sin más gasto que algunas propinas oportunas y unos cuantos papeles sellados, borroneados de mala prosa, brotan, a veces, de las obscuras bóvedas del avenegrismo habilidoso, los aristocráticos millonarios del porvenir.
El Astrólogo hojeó durante unos minutos los pliegos borroneados de cifras y explicó a la concurrencia: –La base más sólida de la parte económica de nuestra sociedad, son los prostíbulos.