En 1885 se cancelaron con tierras las deudas acumuladas con los soldados desde 1878; como tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo, terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera tal que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios, a un promedio de 31 596 hectáreas cada uno.
Sobrepasado por las circunstancias, la gerencia de Vanbrugh mostró "numerosas muestras de confusión, ineficacia, pérdida de oportunidades y malas decisiones" (Milhous). El arquitecto terminó malvendiendo el negocio en 1708 sin ni siquiera conseguir que se la pagara el precio de salida.