Al día siguiente le propuso el concejo una honrosa transacción; pero ¡bueno estaba don Silvestre para capitular, cuando tenía la sartén por el mango!
Era un magnífico paraguas, cuyo origen británico no podía ponerse en duda, y que tenía ese aspecto confortable que caracteriza a los productos de la industria inglesa; y lo elegante del puño, lo rico de la seda, lo recio y bien modelado de las bellotas que, pendientes de un cordón, decoraban el
mango, producían una impresión de lujo.
Emilia Pardo Bazán
El príapo, la porra, y el chorizo :El rábano, la pija, y el badajo; :Picha y ciruela en Español castizo :Son sinónimos todos del Carajo. :El vergajo; la guasca, y
mango :el tarugo, el lenguado, y la banana :el pito, y el vitoque...
Francisco Acuña de Figueroa
Revolcado con las ropas en desorden y las espuelas enredadas en la maleza, era el blanco del ojo bravío y siniestro de Cata, que a él se aproximaba en felino arrastre con un cuchillo de
mango de asta en la diestra.
Eduardo Acevedo Díaz
Y sin pizca de miedo le echó mano al pico, lo sacó del
mango, los metió aparte en su gran saco de cuero, y bajó por aquellas piedras, retozando y cantando.
José Martí
La sombrilla, complemento de ese gracioso atavío es de las mismas estofas y colores que el vestido; y su mango de ébano tiene incrustados ocho carbunclos.
Y como a las reclamaciones de los peninsulares de allá contra la conducta de esos personajes respondían acá los partes oficiales asegurando que la insurrección agonizaba; y como la pérdida de la isla de Cuba es para los españoles que la ocupan no solamente cuestión de horas, sino también de vida y de hacienda, acordáronse un día de que tenían la sartén por el mango, dieron la media vuelta...
Luego viene la agujereadora, que es una máquina con uno como mortero que baja y sube, como la encía de arriba cuando se come; y el mortero tiene muchas cuchillas en figura de martillo de cabeza larga y estrecha, o de una espumadera de
mango fino y cabeza redonda, y cuando baja el mortero todas las cuchillas cortan la lámina a la vez, y dejan la lámina agujereada, y el metal de cada agujero cae a un cesto debajo: y ése es la cuchara, ése es el tenedor.
José Martí
De pronto, una idea luminosa atravesó su cerebro: cogió la cola de la perra y la ató entre la reja y el mango del arado sujetándolo bien fuerte.
Luego va a los talleres del trabajo fino. En uno le ponen el filete al
mango. En otro le dan la curva, porque de las máquinas de los dientes salió chato, como una hoja de papel.
José Martí
Como las cucharas, pues: antes, para hacer una cuchara, no había máquinas de aplastar el metal, ni de sacarlo en láminas delgadas como ahora, sino que a martillazo puro tenía que irlo aplastando el platero, hasta que estaba como él lo quería, y recortaba la cuchara a fuerza de mano, y a muñeca viva le daba al
mango el doblez, y para hacerle el hueco le daba golpes muy despacio, cada vez en un punto diferente, encima de un yunque que parecía de jugar, con la punta redonda, como un huevo, hasta que quedaba hueca por dentro la cuchara.
José Martí
Horas después, los situacionistas formaban una nueva Municipalidad mixta («mistonga» decía Silvestre), y volvían a tomar, disimuladamente todavía, la sartén por el mango.