—Divertirnos con eso —le contesté—, y sacar dinero; en cuanto al placer, lo tienes seguro, puesto que puedo hacer que tu vieja madre y tu hermana sirvan para dos diferentes arreglos que nos resultarán muy lucrativos. Lucila acepta, yo la masturbo para excitarla mejor aún al crimen, y ya no nos ocupamos más que de los arreglos.